domingo, 30 de mayo de 2010

2.- La primera sesshin



Sesshin era una palabra que para nosotros, parecía tener connotaciones mágicas. En aquella época no había casi ningún libro publicado en castellano que tratara sobre zen y lo que había, a parte de mal traducido, dejaba entrever un tipo de Zen que en casi nada concordaba con la vía que Maestro Deshimaru estaba tratando de consolidar en Europa.
De estos pocos libros sobre zen se entresacaban relatos en los que la sesshin se presentaba como un tiempo en el que podía ocurrir cualquier cosa. Parecía que si asistías a una sesshin lo menos que te podía pasar es que tuvieras un satori. Satori, otra palabra con connotaciones mágicas. Así que como ya habréis imaginado, al menos yo, estaba deseando que se organizara en Sevilla la primera sesshin.

Permitidme un nuevo paréntesis ()- Sesshin literalmente significa "tocar el espíritu". Los que a lo largo de los años hemos asistido a multiples sesshines hemos escuchado esto una y otra vez: "Sesshin significa tocar el espíritu". Sin embargo, escucharlo no implica que lo hayamos oído. Penetrar en la sesshin implica nuestra disposición a abandonar las cosas inútiles, volver a las cosas simples, volver a las cosas esenciales. En nuestra vida cotidiana, en nuestra práctica cotidiana esto no es tan fácil. Por esta razón, asistir a una sesshin, dirigida por un amigo de bien, en compañía de la shanga debe formar parte fundamental de nuestra práctica si queremos caminar por el sendero que Maestro Deshimaru nos marcó. Cierrro paréntesis.()

Esta primera sesshin se realizó en Octubre de 1978. Maestro Deshimaru envió a uno de sus discípulos cercanos; Stephan Thibaut y este a su vez vino acompañado por dos de las secretarias de Sensei; Sabinne y Mirelle.

Fue todo un impacto. Maestro Deshimaru era una figura mítica y lejana, así que poder practicar junto a uno de sus discípulos cercanos y junto a dos de sus secretarias, que para más inri eran jovenes y guapas, era como un sueño. Sin embargo, el sueño a ratos se convirtió en pesadilla. Para mi la sesshin no fue fácil. En algún momento llegué a aceptar que saldría de allí en silla de ruedas y que nunca más volvería a caminar. Imaginación y realidad, como tantas y tantas veces, colisionaron de forma contundente. Y por si fuera poco el comportamiento desenfadado de los tres discípulos de Sensei no siempre se correspondía con la imagen de beatitud y sobriedad que me había elaborado. Otra contundente colisión.
Pero todo lo que comienza termina. Aunque con algunas dificultades pero seguía siendo capaz de caminar y además, mientras en el aperitivo brindábamos por Sensei comprendí, que si cuando llegué al dojo por primera vez había sido como volver a casa después de un largo viaje, esta sesshin era como abrir un poco, sólo un poquito, el postigo de la ventana para permitir que algo de luz penetrara en el interior.

Luego vinieron muchas otras sesshines, con Michel, con Roland, con Ettianne, sesshines con Sensei, con Raphael. A veces grandes colisones se produjeron, a veces apenas un leve recuerdo, pero cada vez el aire ha circulado libremente por todas las habitaciones de mi casa. No depende de mi, es el espíritu de la sesshin el que permite que ocurra. Sólo hay que avanzar y ponerse en disposición. Por favor, vosotros que practicais con un espíritu puro, no dejéis que el tiempo pase sin hacer la experiencia.









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